viernes, 22 de febrero de 2013

VIDA DESPUES DE LA MUERTE


Creen en la continuidad de la vida después de la muerte. Por eso a sus muertos le proveen de todo lo necesario para que puedan realizar, el largo y peligroso viaje a la tierra sin males.
Su costumbre obliga a una práctica rígida del culto permanente a los antepasados, manteniendo una relación estrecha y continua entre la comunidad de los vivos y los muertos que se traducen en ayuda recíproca. Celebran en honor a los muertos una gran fiesta cada año buscando así que los espíritus se mantengan vivos en el corazón de la comunidad.  Los muertos proveen de alimentos a sus vivos, les envían la lluvia que favorece las plantaciones y velan constantemente por su bienestar. Los vivos, a su vez, deben tributarles ofrendas.


Creían en la inmortalidad del espíritu y en el hecho de que la muerte consistía en el acto por el cual el alma abandonaba el cuerpo físico ya sin vida. Muerto el individuo, sus familiares procedían a la destrucción de todas aquellas pertenencias del mismo que pudieran retenerlo indebidamente en el mundo de los vivos. Si el alma quedaba, por simpatía hacia algún objeto, en el mundo terrenal, se transformaba alma en pena. El alma en pena, podía manifestarse a los vivos bajo el aspecto de un póra o fantasma. El difunto era enterrado en un japepo, una vasija de cerámica de dimensiones considerables. El japepo no tenía una utilización específicamente fúnebre sino que cumplía múltiples funciones.
La vasija era enterrada en el mismo sector que ocupaban las viviendas. Junto al japepo se depositaban otras pequeñas vasijas cerámicas que contenían alimentos y bebidas, ya que se consideraba que en sus primeros estadios de desprendimiento del mundo terrenal, el alma aún conservaba ciertas apetencias humanas.


Concebido por las manos alfareras de la mujer guaraní, servía para la cocción de los alimentos, para la fermentación de las bebidas alcohólicas y para servirlas en los agasajos, y luego finalizaba convertido en urna funeraria.

miércoles, 20 de febrero de 2013

ANTROPOFAGIA RITUAL


La antropofagia es la costumbre mas difícil de comprender de los tupí-guaraníes. La que mas escandalizó a los europeos, los jesuitas registraron detalles macabros, de esta costumbre.

    Existía una enemistad entre tupíes y guaraníes, se mataban, se comían unos a otros, y de las canillas hacían trompetas, y de las calaveras se servían de tazas para beber. A esta costumbre, toman como una especie de bautismo ritual para tomar nuevo nombre.

    La antropofagia ritual fundaba y consolidaba una serie de las relaciones que mantenía la unión interna del grupo. La ejecución de un prisionero era considerada una venganza por la muerte de algún antepasados en manos de los parientes de los prisioneros y la muerte ritual a que lo condenaba engendraba un nuevo ciclo de represalias para restablecer el equilibrio que se había roto, ya que normalmente debía ser vengada mas adelante por el grupo de parentesco de prisioneros sacrificados.

Creían en un dios, Tubá, que maduraba los frutos y provocaba la lluvia, pero no le rendían culto. Practicaban la antropofagia, esto es la costumbre de comer seres humanos, no como alimento, sino con un sentido ritual, y sólo la llevaban a cabo con sus enemigos más valientes.

Este mapa del editor austriaco-alemán A. Hartleben se publico en la revista Deutsche Rundschau en 1893. 

En rojo aparecen las regiones geográficas en las que por aquel entonces aun se practicaba el canibalismo, y en verde las regiones en las que se tenia constancia de que se había practicado en el pasado histórico reciente.

ORIGEN DEL MUNDO GUARANÍ


Estos son algunos relatos que explican el origen de mundo para los pueblo guaraníes
Fuente: Graciela Chamorro, Academia de Misión de la Academia de Hamburgo, Alemania

Jasuka: El Principio del Ser y del Ser Creador
Un primer ciclo de relatos míticos muestra que los Guaraní (pueblos Mbyá y Kaiováo Paĩ-Tavyterã) perciben lo divino como una especie de principio activo del universo, que denominan Jasuka. El Ser Creador se origina en una sustancia madre y crece mamando en su "seno". Esta imagen llevó a pensar que los relatos eran fragmentos de una antigua creencia guaraní en una madre universal.

Se deduce que los Guaraní, al imaginarse lo sobrenatural como una sustancia creadora y mantenedora rescatan la imagen de la mujer como sinónimo de vida, que no es la de la mujer de los relatos míticos del ciclo de los hermanos, «Nuestra Madre», es confinada a una peregrinación de trágico desenlace. Pero los Guaraní aspiran a reencontrarse con la Verdadera Madre Originaria, Jasuka, que, para unos, vive en lo profundo de la oscuridad, y para otros, en la «tierra sin males»


Ñande Ru, Ñande Sy y Mba’ekuaa: Los ancestros
Otro grupo de relatos muestra que la familia es el marco dentro del cual lo divino adquiere contornos personales para los Guaraní. Ella está integrada por  Ñande Ru, (Nuestro Padre/Abuelo), Ñande Sy, (Nuestra Madre/Abuela) y Mba’ekuaa, la (Sabiduría) o (Aquel-que-sabe). (Último-primero), resplandeciente  y (elocuente dueño de la palabra) son algunos de los epítetos que refieren al Ser Creador y antepasado de los Guaraní. Él se forma a partir del fluído vital, se crea y se descubre en el curso de su propia evolución. Con la extremidad de la vara insignie que lleva en sus manos forma y sostiene la tierra y origina la economía, pues es el primer personaje de la historia del grupo que cultiva. Según los Apapokuva, a medida que este ser avanzaba, echando los árboles, las semillas brotaban  solas y, cuando él retornó del trabajo, ya había choclo. Según algunos relatos, «Nuestro Padre» creó a su compañera, «Nuestra Madre», con el centro de su cofia ritual; según otros, él la encuentra debajo de
una olla de barro o de un canasto. Cuando ambos ya estaban para multiplicarse, entra en escena «Aquel-que-sabe», ocasionando un malentendido entre ellos. El conflicto adquiere diversas tonalidades según el relato de los diversos grupos guaraní. 
Los Kaiová destacan lo siguiente: Papa Réi habría llegado a la casa de la pareja encontrando sóla a «Nuestra Madre», pues «Nuestro Padre» estaba en el rozado. Al enterarse de la visita, «Nuestro Padre» supuestamente se enfureció porque creyó que Papa Réi habría fornicado con «Nuestra Madre». Decidió entonces abandonar la tierra y subir a su morada celestial. Se despidió de su esposa desafiándole a reencontrarlo, para probarle su fidelidad, y se marchó, pero no antes de enviarle un viento muy fuerte, como para provocar la ira de «Nuestra Madre». Pero ella no se enojó, sino que juntó todas sus fuerzas y con su bastón de ritmo y el canto sagrado de las mujeres se opuso al poder destruidor del «viento fuerte».
La versión de los Apapokuva destaca que, llegando a casa, «Nuestro Padre» pidió a su mujer que fuese a traer maíz del sembrado. Ella no lo habría tomado en serio, pues él recién había hecho la sementera. Su esposa agravó la situación diciéndole maliciosamente que no estaba embarazada de él, sino de Aquel-que-sabe. «Nuestro Padre» no le contestó y abandonó el lugar, ocasionando con su partida un proceso migracional. Y la primera a emigrar fue su esposa, que estaba encinta de gemelos, «Nuestro Hermano Mayor» y «Nuestro Hermano Menor».

Verdaderos Padres y Madres

«Nuestro Padre Último-Primero» creó su divino cuerpo «de las tinieblas primigenias» y existía iluminado por el reflejo de su propio corazón.Él existía en los Vientos Originarios. El aparece como «el verdadero Primer Padre Ñamandu», quien mediante la sabiduría contenida en su propia divinidad y en virtud de su sabiduría creadora, hizo que se engendrasen llamas y tenue neblina y, habiéndose erguido, creó el origen del lenguaje humano, concibió el fundamento del amor y el origen de un himno sagrado.Habiendo creado todas esas cosas en su soledad, él no se conformó, reflexionó profundamente y tuvo el deseo de crear a quienes podría hacerles partícipes de esos dones. Concedió así conciencia de divinidad a cuatro seres43: Ñamandú, Karaí, Jakairá y Tupã; a quienes instituyó como verdaderos padres de los futuros Ñamandú, de los futuros Karaí, de los futuros Jakairá y de los futuros Tupã, respectivamente. Las parejas Ñamandú, Karaí, Jakairá y Tupã fundan los patronímicos sagrados y son los progenitores de los seres humanos que poblaron la «primera tierra», cuya creación se relata en el capítulo tres del Ayvu Rapyta.



Tekojára: Espíritus
Otra categoría de seres sobrenaturales son los que los Guaraní denominan «protectores y protectoras» o «dueños y dueñas» (-jára) de plantas y animales, de los bosques, de las criaturas y de las facultades del ser humano. Esos seres «sobrenaturales», hoy también llamados espíritus, son especies «originales» (ete), ancestros de los seres por ellos protegidos. Una especie de remanecentes de la «primera tierra». Ellos conocen su «modo de ser» (tekokuaa, ijarakuaa) y son seres completos (ijaguyjéva), diferenciándose en eso de las plantas, de los animales y de los humanos por ellos protegiods, que son seres incompletos. Los Tekojára pueden actuar positiva o negativamente sobre el ser humano. Los Guaraní los suelen invocar en ritos de carácter más familiar, antes de ir a cazar, con la intención de ganar su benevolencia o de aplacarlos por el mal «necesario» —la propia subsistencia— que representa la muerte del animal cazado. Así, los cantos entonados en esos ritos son una especie de lamento fúnebre —entierro simbólico del animal— y un acto de encantamiento de la presa, que se desea conducir a la trampa. Los Guaraní atestiguan de ese modo tanto su dependencia de los animales y de las plantas como su reverencia por esos seres, que siendo seres con alma no pueden ser sacrificados sin más. Como cuidadores y cuidadoras de los seres humanos, los Tekojára son algo así como objetivación de la palabra-alma de la persona, un «yo» adicional que guía y ampara. En fin, ellos son entre los seres sobrenaturales los que dan una cierta característica animista a la religión guaraní. Existen los «dueños» de los montes, cerros y peñascos, de los animales de caza, cultivos y caminos, que son invocados sobretodo individualmente. Un ejemplo es el Kurupi o Korupira, que integra el folklore paraguayo y brasileño como protector de los animales de caza y de la selva de la voracidad del cazador. Aún así, yo diría que no se trata de que los Guaraní sacralicen los animales y las plantas, sino que por su intermedio son invadidos por la idea de un tiempo-espacio original, por la imagen de la «primera tierra», que emerge a la conciencia y da sentido a su existencia.

Vivencia espiritual



"El elemento central de la experiencia religiosa y del discurso religioso de los pueblos guaraní es la «palabra». Los términos ñe'ẽ, ayvu, ãng y asy —traducidos por «palabra»— poseen, sobretodo, una esencia espiritual y abren caminos para entrar en el pensamiento indígena e intentar describir la forma en que ellos traman y dimensionan su vida hacia lo trascendente."


EXPRESIÓN RELIGIOSA
 La experiencia religiosa guaraní está constituida por las formas del canto, de la danza, de la profecía, la palabra profética, mas que por el contenido de sus creencias. La religiosidad se expresaba ante todo a través  de la palabra hablada y cantada. El lenguaje (la palabra) no era solo el medio para comunicarse entre los hombres sino principalmente para comunicarse con la Divinidad. La danza ritual. Todo lo observado y escrito por los primeros colonizadores  y jesuitas han  revelado la centralidad de la «palabra» en la experiencia religiosa guaraní.

ALMA
Para ellos, el alma proviene del paraíso (Tierra Sin Mal) y al morir, el espíritu del muerto vuelve a su lugar de origen.

RITOS
«Tienen sembrados mil agüeros y supersticiones
y ritos» escribió Alonso de Bárcena (S.J. 1528-1598) en 1594

Eran muy numeros entre los cuales se conocieron el contrabautismo o sustitución de nombres cristianos por nombres indígenas, la matanza de animales de origen colonial y la perforación del labio con el tembetá (rito de iniciación para el varón), el resguardo del esposo de la parturienta (rito de nacimiento), la antropofagia ritual, el saludo lacrimoso, la adivinación, la imposición del nombre al bebé y la veneración de los huesos.
En cuanto a los ritos funerarios, estaban ligados a la creencia en la otra vida que se iniciaría en la Tierra Sin Mal, a la que algunos privilegiados podían llegar sin morir. costumbre de enterrar a los muertos en grandes ollas de barro, según deducen algunos antropólogos a que las vasijas están simbolizando el útero, que hará nacer el alma a la vida eterna.



SHAMÁN (“karaí” o “paí” = jefe religioso)
Posee poderes sobrenaturales y desempeña una función directriz como conductor de su pueblo en todos los actos comunitarios. Mediante su gran poder entra en comunicación con los espíritus buenos y con los malignos, defendiendo a su comunidad contra estos últimos. Él, intermedia entre el hombre y Dios además de ejercer como adivino, hechicero, médico, sabio, profeta, jefe espiritual, director de danzas y ceremonias de su comunidad.
Para los rituales, danzas y ceremonias, e paí se adorna con pintura, plumas, collares. Es el quien dirige las ceremonias y danzas, lleva la maracas marcando los ritmos.


martes, 19 de febrero de 2013

Dios guaraní


"partiendo de la reverencia de los Guaraní por ocasión de la caída de rayos, él dedujo que ellos llegaron al conocimiento de la existencia de Dios y de su unidad. Según él, analogías entre la lengua guaraní y la hebrea permitían equiparar el término aborigen Tupã —que los indígenas exclamaban al oir el trueno— con el vocablo cristiano «Dios». Es basado en esa supuesta analogía con la lengua hebrea que Montoya tradujo las expresiones de la teología cristiana al guaraní. Mucho menos osado en su interpretación fue el jesuita Manoel de Nóbrega, llegado al Brasil en 1549. Meses después de su arribo, escribió en una carta que los Tupinambá no adoraban cosa alguna, ni conocían a Dios, de modo que el único vocablo de que se disponía para hablarles de Dios era Tupana, término que supuestamente significaba «cosa divina» y que los indígenas exclamaban al oir los truenos."  La buena palabra, experiencias y reflexiones religiosas de los grupos guaraníes (Graciela Chamorro, Academia de Misión de la Academia de Hamburgo, Alemania)


Tubá
es una entidad espiritual concreta y viviente que podía relacionarse con los hombres, por ejemplo bajo la forma perceptible del trueno. Se manifestaba en la plenitud de la naturaleza y del cosmos, pero nunca en una imagen material.

Ñamandu, el padre bondadoso, el dador de vida y sustento del equilibrio del orden universal. era el dios padre de todos los hombres.

Aña, dimensión de la realidad espiritual, el MAL. Esta fuerza maléfica era la generadora de la muerte, la enfermedad, la escasez de alimentos y las catástrofes naturales.
Tierra sin mal Para los guaraníes esta tierra y esta vida no eran la perfección. Existía un lugar donde todo era perfecto, la Tierra sin Mal. La vida del hombre era un andar hacia aquel sitio, al que se podía llegar luego de la muerte física, y en algunos casos excepcionales corporalmente, sin pasar por el trance de la muerte. La Tierra sin Mal no constituía un mito para los guaraníes. Era un lugar real, concreto, que se ubicaba imprecisamente hacia el este, más allá del Gran Mar (océano Atlántico). Esta creencia en la Tierra sin Mal generaba periódicamente grandes migraciones en su búsqueda, inspiradas por el mesianismo de algunos paí.


miércoles, 17 de octubre de 2012

RELIGIÓN Y ESPIRITUALIDAD GUARANÍ


La faceta espiritual del guaraní constituye uno de los aspectos más llamativos y atrayentes de su cultura. Desde el mismo momento de la conquista hispánica, llamo la atención de los conquistadores y colonizadores el hecho de que los guaraníes no poseyeran templos, ni ídolos o imágenes para venerar, ni grandes centros ceremoniales. No dudaron en deducir que se trataba de un pueblo sin ningún tipo de creencias religiosas. 
La verdad era otra, la religiosidad existía y era profundamente espiritual, a tal punto de no necesitar de templos ni de ídolos tallados.
Las comunidades guaraníes son pueblos profundamente religiosos, con alto grado de espiritualidad. Los guaraníes son monoteístas y su dios es “Tubá”, creador de todo lo existente. También son animistas, es decir, consideraban que el mundo de los vivos estaba rodeado por espíritus buenos o malos que aparecían bajo formas humanas o animales Su vida estaba completamente orientada al Mas Allá, la ”Tierra Sin Mal”.
El objetivo de vida del hombre guaraní, es lograr la vida sin falta para la Tierra sin Mal. Con el canto ritual y la danza lograban la purificación necesaria que precisa la vida sin Falta.

"Antonio Ruiz de Montoya (S.J. 1585-1652), entre otros, consideró a los Guaraní como «ateístas»; tanto por no reverenciar esculturas religiosas como por librarlos de las consecuencias que recaerían sobre ellos, si se los considerase profesos de otras religiones. Eso queda muy claro en su Apología escrita durante las polémicas que le tocó enfrentar en su vejez. Según él, los Guaraní «en cierta manera fueron ateístas» y jamás tuvieron ídolos, adoración ni idolatría de los que falsamente se los calumniaba; al contrario, las «naciones Guaraní y Tupí» han sido siempre ateístas.La buena palabra, experiencias y reflexiones religiosas de los grupos guaraníes (Graciela Chamorro, Academia de Misión de la Academia de Hamburgo, Alemania)




Más allá de la dificultad que aún hoy representa determinar con precisión el origen del pueblo Guaraní, es importante destacar, la trascendencia que culturalmente tuvo y tiene en el territorio de la actual provincia de Misiones (Argentina) y en la región.
 Se pudo establecer que en el Paraguay existían tres subgrupos de Guaraníes: Los Mbyá, los Pai-tavytera, los Chiripá o Ava-Katú-Eté. Este último es el que participó en el proceso evangelizador llevado a cabo por los Jesuitas Españoles en la región de “las misiones”.
Los Guaraníes habitan actualmente, al igual que lo hacían en el pasado (pero en zonas sumamente reducidas por la acción del blanco), el territorio que corresponde al suroeste de Brasil, Noreste de Argentina, Paraguay, parte de Bolivia y parte de Uruguay.